Recogiendo el testigo de mis padres
El legado que mi padre me dejó, fue trasmitirme sus conocimientos, buen hacer y habilidades profesionales durante mi juventud. Algo muy valioso e importante porque para mí fue una etapa de aprendizaje e inspiración.
Su preparación y formación fue muy sacrificada y lenta, era una época en la figura del aprendiz era más un recadero, que otra cosa, recibían menos conocimientos que poco, ya era una profesión casi autodidacta basada en la intuición e imitación de los maestros barberos. Sonsacar aquellas habilidades s e interpretarlas para si además de ponerlos posteriormente en práctica, incluso era en una época en la que tener material era un lujo. Eran años de postguerra.
![el legado](http://barberiachicho.es/wp-content/uploads/2023/04/IMG-20160119-WA0001-1024x680.jpg)
Sus extraordinarios trabajos fueron fruto de su proceso de adaptación continua, su visión o intuición y fuente de inspiración diversa. Al dominar cada parte del proceso, la ejecución y finalización, sabía cómo iba a dejarlo, antes de comenzarlo.
Comenzaban la jornada preparando aquellas viejas navajas, que parecían hierros más que otro útil de afeitar, para una larga jornada de enjabonados y barbeados de una barbas rudas y quemadas por las largas jornadas de trabajo en la construcción o campo. Pieles secas, envejecidas por el desgaste que les provocaba el frio o el sol.
Los viejos peines de asta, más finos y frágiles que el cristal, viejos aromas a Bronquina, Floyd, lacas, y el polvo de talco para suavizar aquellas pieles nos dicen mucho de aquella barbería trasnochada y cuasi olvidada.
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Por otro lado, mi madre de profesión peluquera, que ejerció durante su juventud, aunque en menor medida también ha sido un referente profesional para mí.
Gracias a ellos siempre llevaré dentro de mi ese ADN barbero, peluquero.
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